¿Alguna vez te has preguntado por qué la gran mayoría de las fachadas de los edificios en España se tiñen de color verde?
El origen se sitúa en las décadas de los 60 a los 80. En sí, no hay un motivo real o concreto, pero sí que podemos arrojar ciertas certezas al respecto. En las décadas mencionadas coincide la primera gran construcción masiva de bloques de viviendas en España.
Para que nos hagamos una idea de la dimensión: Se construyeron unos 400.000 pisos al año de media entre 1970 y 1981, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). En ese momento muchos decidieron adornar sus balcones, y cómo no, eligieron toldos de color verde.
Evidentemente, en ese momento no eran conscientes, que, sin querer, estaban configurando y creando un marco fotográfico estatal y con vigencia actual. El inicio de esta “moda” coincide con la Transición y el éxodo rural. Lo que supuso una emigración de las familias del campo a las ciudades, con la marcha de las casas hacia los pisos.
Dos de los mayores proveedores en esos momentos coinciden en que:
- Se ofrecían los toldos solo en tres colores: verde, azul y naranja.
 - Los modelos eran estampados por la parte interior y unicolor por fuera.
 
También coinciden en que la mayoritaria demanda, por no decir absoluta, eran los de color verde.
¿Pero qué llevaba a los vecinos a la predilección por el verde?
- Los naranjas deslumbran y los verdes o azules dan una luz agradable. Además, una vez instaurada dicha las cuestiones estéticas antes mencionadas.
 - El verde remite a la naturaleza. El inconsciente tiene mucho peso en las decisiones que tomamos, y es evidente que en este caso jugó un papel muy importante. Recordemos que muchas familias que compraron esos pisos venían del campo y el verde de alguna forma les podía recordar su origen.
 
Sin duda este fenómeno es el elemento más característico de la arquitectura española de las últimas décadas, presente en cualquier rincón del país y establece un patrón estético.
Constituye patrimonio.
Estamos ante un símbolo de significación identitaria, y por ende, patrimonial. Porque patrimonio es lo que somos, lo que hemos sido, no lo que queremos ser.
				